Casi cualquier empresa
privada que ofrece bienes o servicios subsiste gracias a la buena gestión empresarial. Un mala
gestión puede ocasionar que la empresa quiebre y es justamente el temor a que
ello suceda lo que impulsa a los empresarios a
evitar tomar riesgos exagerados.
Es casi una regla no
escrita pero comprobada que aquellas empresas que perduran son las que tienen
una buena administración, mientras que aquellas que tienen una mala gestión están
condenadas a fracasar y desaparecer. Sin embargo, los bancos son empresas
financieras que parecen escapar a esta regla debido a los rescates por parte
del gobierno que impiden que quiebren.
Esto las convierte en entidades a prueba de malas gestiones.
Si los banqueros saben
que van a ser rescatados en tiempos de crisis nada impedirá que, por ejemplo,
otorguen préstamos de alto riesgo. Ante la posibilidad de permitir que los bancos
quiebren antes que rescatarlos surge la incógnita de por qué esto no se ha
realizado aún. Una respuesta involucra la expresión Too big to fail, que traducida al español significa “demasiado
grande para caer”, la cual describe la situación en la que algún banco es tan
grande e importante cuya bancarrota puede causar consecuencias negativas a la
economía del país por lo que sería preferible su rescate.
Sin embargo, hay que
cuestionarse lo siguiente: si el banco es tan grande como para permitir que
quiebre entonces podría presentarse la posibilidad de que si se continúa
financiando el funcionamiento de la entidad irresponsable, en el futuro el
banco podría ser aún más grande y
eventualmente será casi imposible volver a rescatarlo. Es la bola de nieve que
crece a medida que cae por la montaña y se vuelve imposible de detener. El
resultado lo conocemos todos: arrasa lo
que se le ponga por delante.
Desde el punto de vista
de muchos contribuyentes el motivo para detener el rescate a los bancos puede
resumirse en lo expresado por el secretario de la Federación Europea de
Banca Guido Ravoet: se debería
permitir a los bancos que quiebren, si sucede lo peor, pero los contribuyentes
no deberían tener que pagar la factura. Este motivo está relacionado con el
“riesgo moral” que es un concepto económico que describe las situaciones en las
que un grupo tendrá la tendencia a asumir grandes riesgos porque los costos de
sus consecuencias no lo asumen ellos sino un tercero.
Al respecto Paul Volcker,
elegido presidente del Concejo de Reconstrucción Económica por Obama, manifestó
que los rescates parecen indicar que los bancos pueden asumir riesgos sin temor
porque los ciudadanos serán los que paguen las eventuales pérdidas;
además, Volcker advierte del peligro de
que si no se corrige la expansión del riesgo moral, en el futuro la próxima
crisis podría ser peor.
Entonces para prevenir
futuras crisis bancarias en el futuro es necesario que se mejore la regulación a la banca para
impedir que estos puedan crear dinero y crédito de la nada. Además, en caso de que
existan bancos que quiebren a pesar de
las medidas adoptadas, existe una solución llamada capitalización de la deuda. Esta solución propone convertir parte
de la deuda de los bancos en fondos propios. De esta manera los acreedores del
banco se convierten en accionistas, es decir, los acreedores no cobrarían su
deuda en dinero sino en acciones.
Con la capitalización de la deuda se logra que
los bancos se recapitalicen y también que los inversores sean los perjudicados
por las propias decisiones que ellos tomaron y no el resto de ciudadanos. Así
en el futuro los inversores de los bancos procuraran no cometer graves errores
ante el temor de perder sus inversiones tal como sucede con el resto de
empresarios.
Finalmente, cabe decir
que los pobres ciudadanos no deberían
ser responsables de mantener y re-financiar entidades que perjudican al país,
sobre todo teniendo en cuenta que sus actividades irresponsables siguen en
curso y nadie las detiene. La misma
irresponsabilidad que llevó a la crisis hace que no se pueda salir de ella y
que el pozo sea más profundo de lo que podría haber sido en caso de haberse
tomado las medidas oportunas a tiempo.
César P.
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