4 de marzo de 2013

¿Quién entiende a los alemanes? (IV)


En esta última parte de la tetralogía sobre el estudio del alemán empezaremos recapitulando lo que hemos visto hasta ahora. Hemos visto la dificultad de aprender un idioma en el cual existen palabras muy largas, por lo general compuestas, y varias palabras para designar conceptos únicos en español.

A continuación vimos lo que suponía que en alemán existan tres géneros. Por si fuese poco, la necesidad de declinar las palabras – todas salvo los verbos – añade más complejidad al proceso de aprendizaje de este idioma. Y, como no podía ser de otra forma, los verbos también se presentan difíciles de aprender pues tenemos infames frases verbales y verbos preposicionales.

Para aprender todo lo anterior necesitamos mucha memoria y paciencia. Y es que el idioma germano no es en vano uno de los más difíciles a nivel mundial. En esta entrega vamos a centrarnos en dos asuntos especialmente problemáticos que no tienen nada que ver entre sí.

Como habremos visto en ocasiones hay cosas que se dicen de forma similar en varios idiomas. Esto tiene que ver con la raíz de la palabra, con préstamos de ciertos idiomas, como el inglés o el francés, o con nuevas palabras que han aparecido hace poco, los modernismos.

Para clarificar lo que quiero decir pensemos por un momento en la palabra sorpresa. Es una se esas palabras cuya traducción a varios idiomas se puede aprender en unos segundos. La palabra sorpresa apenas cambia entre los idiomas europeos provenientes del latín: surprise (inglés), surprise (francés), sorpresa (italiano), surpresa (portugués), etc.

Obviamente, la pronunciación varía notablemente de un idioma a otro y es de esperar que esta u otras palabras no tengan nada de parecido en otros idiomas pero la confirmación visual pocas veces deja de sorprender a la gente. Überraschung! Überraschung! Überraschung!*

Para demostrar que esto sucede en todos los idiomas tengamos en mente la palabra azul. Ahora la situación es a la inversa pues en muchos idiomas la palabra azul se parece mucho pero dista de la que conocemos (la misma en español, gallego y portugués). Así, azul se dice blue (inglés), bleu (francés), blau (alemán), blu (italiano), etc.

Pero lo que nos preocupa al estudiar alemán es que algunas palabras no tienen nada que ver con ninguna referencia que tengamos. Ejemplo de ello es la palabra útero, que al provenir del latín es la misma palabra en muchos idiomas. Pues en alemán no es para nada el caso, útero se dice Gebärmutter.

Las palabras problemáticas de este tipo se presentan en todos los idiomas. Las medusas se denominan aproximadamente de la misma forma en muchos (realmente muchos) idiomas pero por algún motivo en inglés una medusa es un pez gelatina, jellyfish.

Por otra parte, los números son de las primeras palabras que se aprenden en cualquier idioma. Saber contar en el idioma que estudias es de vital importancia. ¿Os imagináis intentar hacer la compra y no saber decir los números? Se podría solucionar con lápiz y papel pero resultaría poco práctico. Los números son de vital importancia.

En alemán los números se escriben seguidos. Es decir, como si en español 2013 lo escribiésemos dosmiltresydiez. Y sí, lo he traducido literalmente pues las unidades y las decenas se dicen al revés. Resulta un poco raro asimilar esto y, por ello, voy a dar un ejemplo más del asunto. Imaginemos el 27, cuyo nombre en alemán es siebenundzwanzig. Es decir, literalmente se dice siete-y-veinte.

Pues bien, podríamos pensar que no es para tanto pero recordemos que los números pueden ser muy grandes (muy largos) y debemos recordar cambiar de orden la unidad y la decena. ¿Visualizamos un problema? En efecto, hacer ambas cosas en tiempo real puede llevar a error.

La buena noticia es que a casi nadie le afectará oír un veintisiete cuando esperaría un siete-y-veinte, pues mientras recordemos la propiedad conmutativa al hacer la adición, esto es, que el orden de los sumandos no altera la suma, el resultado será el mismo. Sin embargo, si buscamos la excelencia al hablar en alemán, dificultad al canto.

A pesar de todo lo anterior, los números son sencillos de aprender. Para formar las unidades de decena solo hay que aumentar un sufijo que apenas varía. Luego, si sabemos contar hasta diez y recordamos la regla de invertir los números anteriormente mencionada sabremos llegar hasta 99. La formación de números más grandes no es más complicada, y así sucesivamente. Además, por suerte la palabra millón es muy parecida en todos los idiomas, eine Million en el caso del alemán. Fácil, ¿verdad?

Sin embargo, no creo que sea agradable juntarlo todo y ver zweitausenddreihunderteinundzwanzig para el 2321. Pero así son las cosas, con el tiempo a uno le impone menos ver una palabra kilométrica y se limita a leerla. Si lo pensamos es como leer varias palabras sin espacios entre ellas. Viva el ahorro de espacio.

Otro de los factores a favor es la pronunciación. Sobre todo si se conocen otros idiomas como francés o inglés. Es decir, la pronunciación es más complicada que la del español, que se lee como se escribe. Pero no lo es tanto. Aprender a pronunciar en alemán puede llevar relativamente poco tiempo. Pero ojo, aprender a pronunciar, no a leer ni a hablar el idioma en tiempo real.

Hay que conocer los sonidos y una vez conseguido esto es siempre igual. Puede parecer poca cosa pero no debe despreciarse este hecho. Es útil a la hora de leer algo por primera vez o aprender nuevo vocabulario, y toda ayuda es de agradecer. Y nunca dejemos de contar todo lo que llevamos aprendido.
Viel Glück!**

* Sorpresa
** Buena suerte

César P.

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