Hace un par de días acudí a la comisaría de mi distrito por
cierta situación de índole personal y mientras esperaba en la sala dispuesta a
tales efectos me topé con El Distrito,
el periódico de publicación gratuita del barrio.
Para hacer más llevadera mi estancia en la sala de espera me
dispuse a leer el diario y en la primera página me encontré con un artículo
titulado Desigualdades sociales,
escrito por Juan Julián Elola.
En dicho artículo de media página de extensión y tres
someras columnas se expone una realidad preocupante que afecta a miles de
ciudadanos en España a día de hoy. En
España estamos viviendo en los últimos meses un acelerado aumento de la
desigualdad, bajando la capacidad económica de la clase media en favor de la
más adinerada – así empieza el artículo de J. J. Elola.
Estas palabras me llamaron mucho la atención de entrada y a
continuación se citan factores responsables de dicho aumento de la desigualdad
y de la carencia que sufre dicha clase media. Entre estos factores destacan el
aumento del paro y los recortes en política social.
Esto es, a medida que hay más personas sin trabajo la clase
media pierde capacidad adquisitiva y debe ajustarse el cinturón tanto como
pueda. Pero, además, los recortes en ayudas y subvenciones que antes existían y
ahora no o, de existir, están limitadas provoca una situación de indefensión
ante la tempestad que es la situación
actual, que aún no amaina.
Unas líneas más abajo Elola afirma que son las decisiones
políticas las que nos han llevado a una situación tan grave como la que se vive
ahora mismo. Personalmente, no me sorprende en absoluto tal afirmación, pues
entre los casos de corrupción que vemos en España, en otros países y las más
que controvertidas decisiones que toman algunos políticos tenemos motivos de
sobra para sospechar de la capacidad de toma de decisiones de la clase política
actual.
A continuación se menciona el mecanismo actual de afrontar
la situación que vivimos: ajustar el cinturón de la clase media y disminuir la
carga fiscal de empresas y entidades. No hay que elucubrar mucho para ver que
esto contribuye a que sea la mayor parte de la población quien paga los platos
rotos de la crisis.
“Asistimos al
espectáculo deprimente de grandes empresas, públicas y privadas (o públicas
recientemente privatizadas) que despiden a miles de trabajadores, aprovechan la
reciente reforma del PP, que disminuye notablemente la indemnización.”
Las carencias a día de hoy se presentan incluso en
necesidades básicas. En España ha aumentado considerablemente la entrega de
alimentos y otros artículos de primera necesidad por parte de beneficencias o de
los servicios de apoyo como los que ofrece Cáritas. Dichos servicios son
necesarios para paliar parcialmente las carencias de muchas familias afectadas
por la crisis.
En esta línea hay que elogiar iniciativas como la de la
comunidad china de Madrid. Este año – por la crisis – no se ha celebrado el Año
Nuevo chino pero el dinero destinado a tal efecto ha sido usado en donar
víveres de primera necesidad para ser repartidos por Cáritas y otras entidades.
Un gran gesto de cordialidad con todos los ciudadanos que sufren carencias y
que esperemos no sea el único.
Más adelante en el artículo Elola menciona que los países con menor desigualdad son
aquellos cuyo nivel de impuestos es más alto. Entre estos países cita a
Suecia o Noruega, siendo la situación similar en otros países nórdicos. Este
hecho nos da que pensar pues podríamos creer que la solución a la situación
actual debería llevar a bajar, más bien, los impuestos.
Pero si dichos impuestos se destinasen en la medida
suficiente a ayudas o a combatir las carencias de las personas más afectadas la
cosa cambiaría. Imaginemos que pagamos más impuestos pero que, a cambio,
recibimos ayudas suficientes como para vivir dentro de una situación sin
carencias básicas. Mejor, ¿verdad?
No se trata de vivir con poder adquisitivo pleno sino de
solucionar, en primer lugar, los problemas actuales que saltan a la vista en la
sociedad. El primer paso sería recortar las diferencias entre aquellos de clase
media y los adinerados. Pues todas las personas tienen derecho a vivir de forma
adecuada y de tener oportunidad de optar a las mismas posibilidades.
En la última frase del artículo de Elola éste afirma que las
decisiones tomadas concernientes a protección social y laboral más bien
deberían haber sido las contrarias. En
efecto, parece preocupante la perspectiva de que cuando se salga de la crisis
los ricos serán más ricos y todos los
demás más pobres y tendrán menos oportunidades.
A fin de cuentas, no solo se
trata de salir de la crisis – que salir se saldrá, eventualmente. También, y
sobre todo, se trata de salir con buen pie y con todos los engranajes de la
maquinaria social en perfectas condiciones para remontar después de los
perjuicios sufridos.
César P.
No hay comentarios :
Publicar un comentario