Antes de ser noticia por la aurora boreal
como cada año por esta fecha, Islandia gana algunos artículos en la prensa
europea. Ólauf Ragnar Grimsson, el respetado presidente de Islandia (dicho sea
de paso uno de los países que más modifican en la traducción del inglés al
castellano), quien cumple su quinto mandato se encuentra con los pies en el
continente reuniéndose con mandatarios europeos. Grimsson administra un país de
320.000 habitantes en el que está teniendo lugar algo así como una revolución
de paradigmas. Se discute bastante si las recetas que ponen en la palestra a
Islandia pueden extrapolarse a otros cielos con más personas por satisfacer. Veamos
qué tiene para lucir este país.
Ciertamente sorprende lo que se ha
conseguido en Islandia. No es que haya
estado exenta de la crisis. La distancia y los varios peces que la separan del
continente no le han reportado ese beneficio. Lo que han hecho en el país del
Ártico es aplicar recetas -paradójicamente- lo suficientemente alejadas del
congelamiento de la economía para solucionar los problemas de siempre. “Quiero
decir a mis amigos europeos que los mercados financieros no son lo más
importante”, ha dicho Grimsson en uno de sus encuentros con la prensa en estos
días. El plan de acción que se aplica con ánimo terapéutico en la región se
apoya en dos premisas que Grimsson ha ignorado deliberadamente: salvar a los
bancos a toda costa y ajustar las cuentas sin sopesar el efecto dañino de estos
ajustes sobre la población.
Hacer los esfuerzos que día a día se hacen
para balancear la economía so pretexto de interdependencias y colapsos mayores
detrás del telón son sólo supuestos que Islandia pudo darse el gusto de
ignorar. De esta manera se aplicaron recortes, pero se cuidó de no afectar
salud, educación y asistencia social. Limpiar el terreno y pensar en los que
vienen detrás, las nuevas generaciones que como están las cosas hoy en día
tendrán que vérselas con nubes cargadas de rayos, centellas y malas noticias.
Grimsson reconoce que su país funciona como
una especie de laboratorio político/económico/jurídico/social. Ha tomado
ventaja de la sociedad a escala que puede conducir en Islandia y ha aplicado la
herramienta del referéndum dos veces. La primera para consultar a los
ciudadanos acerca del pago de esa deuda
externa contraída principalmente por los privados (93% de votos en contra del
pago), y el años pasado sobre una serie de reformas propuestas al régimen
político actual, incluida la reforma de la Constitución actual y la
nacionalización de los recursos naturales.
A todo este planteamiento le subyace una
pregunta que debería estar siempre a mano: ¿por qué las empresas del sector
bancario deberían tener un tratamiento diferente que las empresas privadas de
otros sectores? A principio de este año, el Tribunal de Libre Comercio de la
Unión Europea reconoció el derecho del estado islandés a no pagarles a los
acreedores extranjeros que habían depositado dinero en bancos privados
islandeses. La quiebra del “Icesave” en
2008 es todo un emblema de la decisión administrativa. Además, desde entonces
la economía crece a un ritmo interanual del 3% y el desempleo se encuentra por
debajo del 5%, una cifra envidiada por la mayoría de los países europeos.
Si se ve con cierta perspectiva, hay un
conjunto de países con un escenario distante del de la Europa continental.
Suecia, Dinamarca, Noruega y Finlandia son las otras piezas de este tríptico. La
vía nórdica parece contar con atributos suficientes para ganar la atención de
los dirigentes entreverados de las grandes potencias del mundo y de nosotros,
ciudadanos de a pie, que intentamos formar nuestra opinión y comprender el
mundo en el que vivimos en los tiempos en que nos toca estar sobre la Tierra.
Tolxoko.
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