14 de marzo de 2013

Derecho a endeudarse, derecho a cobrar.


Hace unos días me preguntaba en voz alta qué estaría sucediendo en Grecia últimamente que la prensa del mundo dejó de poner sus intenciones sobre la tierra de Aristóteles. Supongo que estaremos todos precavidos y no creemos la ingenua ecuación de que el silencio implica inactividad o falta de sucesos por comentar. Haciendo un poco de turismo web llego a una noticia que perfila el estado de cosas en este mundo que nos cobija como puede: el negocio detrás de las deudas.

Resulta que durante años los bancos han disparado créditos como si la plata no les perteneciera (lo cual es exacto). Fueron momentos de liberación durante los que los bancarios decidieron hacer todo el lucro sin pausa ni cuidados y con aires filantrópicos se dieron a la noble tarea de otorgar préstamos a todo mortal que se acercara a sus sucursales a tomar un préstamo, lo que equivale a decir contraer una deuda, casi como si estuvieran satisfaciendo un derecho humano: el derecho a la deuda. Qué cómico se me hace imaginar esas reuniones en las que hombre de zapatos, corbata y maletín se reúnen para decidir el curso de este tipo de negocios. Salvajes.

Como sabemos, hubo un momento no muy lejano en el que la economía mundial no aguantó más la farsa y comenzó a desmoronarse. El dinero en circulación y el dinero inventado debían regresar al origen. La reacción fue doble: por un lado los bancos famélicos salieron a perseguir a sus clientes, transformados en deudores sin solución de continuidad; al mismo tiempo, los tomadores de los créditos se vieron en la encrucijada por no poder cubrir los préstamos otorgados oportunamente. Grecia fue el primer teatro del mundo en el que se presentó esta obra tétrica llamada “La Burbuja Financiera”.

¿Qué sucede entonces con estos préstamos? Esas carteras de créditos son de difícil ejecución y además se han prorrogado hasta fines del 2013 las ejecuciones hipotecarias. Esto significa que la ley protege a los deudores hasta fines de este año y luego otorga carta blanca a quien quiera aprovechar. El proceso es, entonces, largo pero implacable. Entonces, los bancos se contentan cobrando sus créditos de los que pueden ejecutar y de los otros que no ni se encargan porque cuentan con una solución muy prudente para deshacerse de esos clientes morosos: vender sus carteras de créditos a entidades financieras -extranjeras, lógico- que las compran a menos del 50% de su valor. Se encargarán cuando llegue la hora de recuperar hasta el último céntimo.

Donde hay deudas, habrá vampiros. Hoy día, con acierto, a estos oportunistas se les llama buitres. Afortunadamente, estas aves no cargan la misma connotación negativa que cargan donde sea que vayan los humanos que deciden hacer de la carroña su medio de vida. Creo que es algo peor que la carroña, la carne podrida, lo atraviesa algo más grave. No podemos hablar de necrofagia. Estos sujetos no están comiéndose a quienes están muertos, están practicando el canibalismo. Son auténticos caníbales, bestias antropófagas que devoran a sus iguales.

Y ya que hablamos de igualdad, dediquemos un párrafo a Antonis Samaras, Primer Ministro de Grecia desde junio del año pasado por el partido Nueva Democracia. Tan obediente como obsecuente, desde su llegada ha hecho todo lo que un político de derecha como él sueña noche a noche antes de llegar a una posición de poder. Como estrategia de desendeudamiento aplicó un plan neoliberal con el empequeñecimiento del estado como prioridad uno. Privatizaciones, reducción del gasto público y apertura a las directrices llegadas de fuera. Complementa sus acciones con un discurso acorde: acercamiento a LAOS, un partido neonazi, retórica anti inmigrante y represión social. Así está Grecia hoy.

Tolchoko.

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