19 de marzo de 2013

Año nuevo, Papa nuevo, los políticos de siempre.


Bueno, tanto como nuevo año… pero apenas hemos llegado al primer trimestre de 2013 y ya tenemos nuevo Papa. Además, es una situación realmente curiosa que haya 2 Papas con vida o, más precisamente, un ex-Papa y un Papa. Esto se debe a que, por lo general, los papas no renuncian sino que se llevan el papado a la tumba. Pero tal no ha sido el caso con Ratzinger, alias Benedicto XVI.

Creo que todos podemos sacar una lección de la renuncia o dimisión de Benedicto XVI. Y es simple la cuestión, pues la renuncia se ha debido a problemas para llevar a cabo las tareas del puesto. Es decir, Ratzinger se dio cuenta de que no era capaz de ejercer el papado como es debido y, después de preparar el terreno durante un año, renunció. ¿Qué tiene de raro?

Nada.

A pesar de que muchas personas han levantado las manos al cielo con la noticia de la renuncia del papa, antes que escandalosa es loable. Y mucho. Podría ser una clara indirecta a la clase política, al menos a la de España. Si uno mismo se da cuenta de que no es apto para un puesto lo normal, lo ético y lo suyo, a fin de cuentas, sería dejar el puesto a un digno sucesor.

Esta de moda que tras numerosos escándalos e imputaciones nadie dimita. Y, como no podía ser de otra forma, en España se ha ido un paso más allá: los políticos anuncian expresamente que no piensan dimitir. ¿Dónde quedan los tiempos en los que el más mínimo escándalo conllevaba la dimisión de un cargo inmediatamente? En el remoto pasado, al parecer.

Sin embargo, vemos en el anterior Papa una muestra de sentido común y realismo. Al no ser capaz de afrontar las exigencias de su cargo ha dejado el puesto para un sucesor del que, cabe esperar, llevará las cosas como deben ser llevadas. No en vano existe un dicho que reza si no puedes hacer las cosas bien mejor no las hagas. Y muy cierto es.

Más se exige del que más alto se encuentra. O, al menos, así debería ser. Pues ostentar un cargo de tan alta índole como el Papado – o cualquier cargo público importante - requiere una trayectoria intachable y una gran responsabilidad. Tales cualidades brillan por su ausencia en muchos políticos de hoy en día, tanto en Italia, la nación vecina del Vaticano, como en España, tan sumida en la crisis como está.

Finalmente, y como ya se veía anunciando, tenemos un Papa sudamericano. Jorge Mario Bergoglio, llamado ahora Francisco I, lleva una semana en el asiento papal y ya ha mostrado signos de ser diferente. Empezando por el nombre, que hace alusión a uno de los santos más humildes de la historia, y siguiendo por haber renunciado a ciertos beneficios de su cargo, como usar el coche oficial el día de su nombramiento.

También cabe mencionar que es el primer papa perteneciente a la Compañía de Jesús, también denominados Jesuitas. Por todo lo anterior este nuevo papado empieza marcando un precedente y cabe esperar del mismo cosas inéditas. Una gran diferencia con respecto a los mandatos presidenciales pues no hay grandes diferencias palpables en estos tiempos de crisis entre una gestión y la otra, sea quien sea que gobierne.

Las cosas siempre van a peor en los últimos años y esto es la única conclusión a la que se puede llegar viendo el panorama español actual. Pues, aunque haya una desaceleración en la caída, como aseguraron algunos, se sigue cayendo. Y eso es un hecho. El objetivo no es caer más despacio, consuelo para los mediocres, sino dejar de caer, empezar a subir. Subir como la espuma. Pero, esta vez, a ser posible, sin crear burbujas que exploten.

Esperemos a ver si volvemos a tener otra lección de coherencia, como la que hemos visto hace poco, del papado en el futuro próximo.

César P. 

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