En 1996, el por entonces líder de Izquierda Unida, Julio Anguita, pronunció unas palabras, que ahora, dieciséis años después, se podrían considerar como visionarias:
“La moneda única, según Maastricht, es el fin de la autonomía política para decidir sobre las condiciones de vida de la ciudadanía. La moneda única, según Maastricht, es la imposición de los poderosos a través de los mecanismos del llamado mercado libre y de la práctica independencia de los poderes públicos del sistema de bancos centrales, paso previo del Banco Central Europeo.
Cuando el BCE se constituya, tomará decisiones y los políticos no podrán tomar decisiones. Es decir, los elegidos por el pueblo para que tomen decisiones según el programa que han presentado, no podrán tomar decisiones, porque las tomarán los que están controlando el BCE, gente que no ha sido elegida por ningún pueblo europeo.
La moneda única, según Maastricht, es poner como primer objetivo los ajustes contables macroeconómicos y relegar a un segundo lugar derechos sociales recogidos en nuestra Constitución y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.”
Ante esto cabe preguntarse si quizás habría sido mejor que no hubiéramos entrado en la zona euro, porque haciendo memoria, ya en la conversión de la peseta al euro salimos bastante perjudicados. Todo se encareció muchísimo, porque por obra y gracia de la picaresca española, lo que antes valía cien pesetas, pasó a costar un euro, que en realidad son ciento sesenta y seis pesetas. Y con aquel "redondeo al alza" empezaron nuestros problemas.
¿Y qué ventajas ha tenido para nuestro país el pertenecer a la zona euro? Pues igual muchas, no las conozco como profano en el tema, pero vamos, que ese maravilloso rescate a nuestra banca no me parece una de ellas, porque al final me quedo con la sensación de que estamos al servicio del ente bancario global y que todos los recortes que estamos sufriendo van encaminados a que les cuadren las cuentas macroeconómicas a unos señores a los que les importamos muy poco. Y esto no tiene mucha solución.
Sir Xelander
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