Prometí escribir más sobre mi compañía de telefonía favorita, así que ahí va esto:
Vodafone creó en su día los Clientes Diamante, categoría que asignaba a clientes que como yo en aquel momento por volumen de negocio eramos importantes para la compañía. Entre otros beneficios, estaba un número de atención al cliente diferente al del resto de los mortales en el que no teníamos tiempo de espera, es decir, eramos atendidos inmediatamente sin musiquitas interminables ni nada por el estilo. Cito esto para que la próxima vez que necesitéis algo y os dejen 20 minutos en espera, sepáis que os están tratando como a clientes de segunda.
En un momento dado necesité dos líneas de Adsl, y pensé que dada mi condición de Cliente Diamante, lo mejor era solicitarlo a Vodafone. Sin entrar en pormenores, después de marearme por varios departamentos, y una hora al teléfono conseguí hacer mi solicitud. Las líneas nunca llegaron.
Habían pasado 17 días desde mi solicitud sin tener noticias de mis nuevas conexiones así que decidí llamar para interesarme por el tema. Nuevamente paseo por los distintos departamentos de la compañía, hasta que encuentro alguien que informa de que en su día tomaron mal la dirección y no se habían podido entregar los router. Es algo que puede pasar, sobre todo cuando casi todos tus teleoperadores son extranjeros y casi no te entiendes con ellos, pero esto no es lo grave; lo malo del caso es que no se pusieron en contacto conmigo para acordar una nueva entrega, simplemente, lo dieron por entregado y me empezaron a cobrar.
Cancelé mi solicitud, llamé a otra compañía y al día siguiente un técnico estaba en mi casa instalándome la conexión. Parece ser que no era tan complicado de hacer.
Próximamente hablaré sobre las penalizaciones por incumplir la permanencia, algo que sirve para todas las operadoras de telecomunicaciones.
Un saludo.
Rubén.
Rubén.
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